Paraná, 22 de Noviembre de 2011
Es cierto, no estamos en Disney World. Pero tampoco the World (el mundo) es Disney.
Italia tiene un nuevo primer ministro luego de la renuncia del polémico Silvio Berlusconi. Pero los descontentos sociales no lograron aún ser acallados. El reemplazo de Il Cavaliere es Mario Monti, a quien ya le apodan Súper Mario, porque es el llamado a salvar al país de la bota, de la debacle económica.
Sin embargo, el apoyo mostrado por el Parlamento no parece ser el mismo que demuestra la sociedad. Hoy, estudiantes universitarios de Milán y Roma protestaron contra los recortes presupuestarios y la falta de empleos. La manifestación ocurre sólo horas antes de que el nuevo primer ministro entregue su plan para levantar el país, buscando el apoyo de la Unión Europea e ignorando el descontento interno en su propio territorio.
Los sindicatos del transporte también llamaron a parar por un día y ya se reportaron incidentes entre los manifestantes y la Policía de Milán, porque un grupo de estudiantes marchaba hacia la Universidad de Bocconi, asociada con la elite de Italia y en la cual Monti es rector.
Por su parte, La Confederación General de Trabajadores Griegos (GSEE), que agrupa a los trabajadores del sector privado, ha convocado para el próximo 1 de diciembre una huelga de 24 horas en protesta por la austeridad presupuestaria prevista por el nuevo Gobierno de Grecia para 2012. "El objetivo de la huelga es protestar contra este presupuesto de la austeridad y del recorte de los gastos sociales", ha declarado este martes el portavoz de GSEE, Stathis Anestis. Se trata de la primera huelga de importancia desde la investidura del nuevo gobierno. El GSEE agrupa a alrededor de 2,5 millones de trabajadores. La Confederación de los Sindicatos de Empleados Públicos (ADEDY), que representa a medio millón de funcionarios del Estado, decidirá este mismo martes si se une a la huelga.
Los gobiernos en debacle han elegido el camino de la despolitización como un mérito, negociando con los factores externos la precaria solución que pudieran encontrarle a la tremenda crisis interna. Pero, a la vista está, nada van a poder hacer contra el descontento general de los pueblos y serán llevados de la mano de ese descontento a tomar esas decisiones políticas que tanto desprecian.
El camino del ajuste tiene, como toda América Latina exhibe la más irrefutable prueba, la necesaria recurrencia a la violencia para domesticar a los que menos tienen, que –otra vez- deben soportar el ajuste que siempre beneficia primero, a los que nunca pierden nada definitivamente.
La traducción de la palabra ajuste, no cambia de significado en ningún idioma: desempleo, baja de salarios, pérdida de beneficios sociales, baja en el consumo, aumento de recaudación por cualquier vía.
Pero tampoco cambia demasiado la traducción de las reacciones por semejante despropósito: violencia recurrente, descalabro financiero (que anticipa más ajustes) y ese eufemismo tan conocido de “desnutrición” que trata de disimular la palabra “hambre” detrás de los que caigan sin ser víctima de las balas defensoras del ajuste.
Tal como exclamara efusiva la Presidenta Argentina ante el foro de economistas reunidos hace semanas en Cannes, esta calesita de ajustes, protestas, violencia, manifestaciones y caída de los gobiernos para volver a empezar, no hará otra cosa que poner en duda el sistema democrático. Sistema democrático que ha perdido ya su esencia al ver el pueblo soberano que ya no lo es tanto.
Que las decisiones se toman en cónclaves secretos y lejanos, bajo la varita mágica de los gurúes del vacío filosófico, que se exhiben superiores, mostrando en sus vitrinas millones y millones de dólares y euros ganados con la especulación y el crimen más espantoso: el que se le hace a la esperanza de la gente de vivir, trabajar, tener familia y acaso, un techo digno.
Es cierto, no estamos en Disney, tal como lo expresara ayer la Presidenta, pero qué lejos están los mercaderes del mundo de entender que la interconexión ya no pasa solo por los mercados y que los pueblos, sabios y sabedores de los mejores tiempos, ya conocen los lemas profundos que tiene la modernidad: “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”.
O como el antiguo Yupanqui que renace caprichosamente, una y otra vez, en cada estrofa:
“El estanciero presume
De gauchismo y arrogancia
Él cree que es extravagancia
Que su peón viva mejor.
Más no sabe ese señor
Que por su peón, tiene estancia”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario