Concepción del Uruguay, 4 de Noviembre de 2011
La locución de la Presidenta de la Nación días pasados en la ciudad de Cannes, Francia, ante lo que se cree es la representación más importante de hombres de negocios del mundo, más allá de un encendido y apasionado discurso acerca de los remedios que el orbe necesita, se parece mucho a una anécdota a la que accedimos hace poco tiempo atrás.
Un viajero que cruzaba por la ciudad de Drachten, Holanda, nos contaba que en dicha localidad no existen las señales de tránsito y todo parece funcionar a la perfección.
Al parecer, un Ingeniero llamado Hans Mondermann, que trabajara para el gobierno holandés, propuso en la década de los 70 lo que fue una idea revolucionaria: minimizar el número de accidentes era descargar en el conductor toda la responsabilidad por lo que sucediera en el tránsito, reduciendo la longitud de las calles que pasaban por los pueblitos de la zona, usar ladrillos rojos en lugar de asfalto, quitar la línea central que separaba los dos sentidos, destruir los cordones dejando sin esa línea divisoria, quitar las sendas peatonales y, finalmente, abolir los límites de velocidad y suprimir todos los semáforos.
Al contrario de lo que se suponía que pasaría, al tener que prestar más atención que antes a lo que sucediera alrededor, la velocidad se redujo a menos de 30 kms por hora, los coches se detienen cuando ven a un peatón cruzando, estacionan en lugares más amigables para el resto. Han recordado, en definitiva, las cuestiones de reglas sociales que les habían inculcado desde pequeños.
El mismo Mondermann talló la frase que me trajo esta reflexión: “Si tratas a una persona como a un idiota, se comportará según el reglamento y nada más. Pero si le das responsabilidad, sabrá usarla”.
Cuando la Presidenta Argentina dice en Cannes que hay que dejar de financiar a los “brokers” que solo hacen especulación financiera y en cambio financiar la producción, está hablando del profundo dolor argentino de 10 años atrás que se trasuntó en los más de 30 muertos y la caída de un gobierno.
“Si los que lideran el mundo –porque han querido hacerlo, remarcó- no dan soluciones claras sobre el sistema de regulación financiera y siguen controlando sólo en qué gastan los países, pero no controlan que hacen cada banco de inversión, cada financiera, estamos perdidos” dijo Cristina.
Al ir al tuétano de la cuestión, la presidenta argumentó acerca de la obtención de fortunas que consiguen algunos pocos en el mundo sentados frente a una computadora, sin hacer nada, haciendo subir y bajar a su antojo el producto del esfuerzo de los muchos que trabajan y poniendo en riesgo además, todo el sistema democrático, porque, explicó, dejan sin aliento, sin producción y sin trabajo a la gente, que termina cuestionando a quienes los gobiernan formalmente, a manos de quienes, aún en ese estado de cosas, ganan su dinero igual.
“A eso, los líderes del mundo, no han logrado solucionarlo” dijo Cristina tajantemente.
Han inyectado miles de millones de dólares y euros en el mercado financiero. Y donde hay que volcarlos es en la economía real, porque si la gente no consume, si la gente no tiene trabajo no hay capitalismo ni crecimiento real de la economía.
“Si hacemos planes de ajuste, si la gente no puede gastar plata, si la gente está endeudada en más del 100% de sus posibilidades, yo quiero que alguno me diga cómo vamos a hacer para hacer crecer la economía” dijo en tono grave la presidenta argentina.
Como se ve, también nosotros tenemos que observar el mundo y observarnos nosotros como vemos el entorno en el que vivimos.
Algo tan complejo como las regulaciones son esa suerte de caracteres con que los gobiernos y los organismos internacionales creados por los intereses que ellos representan, nos han tratado como idiotas y hemos seguido cabalmente los dictados de las normas que ellos mismos impusieron.
Por ahí, el camino de la rebeldía consciente, como el que ha tomado Argentina y toda América Latina, rompe esas reglas, nos tira la responsabilidad a nosotros mismos y, si el tal Señor Mondermann tenía razón, sabremos usarla.
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