martes, 4 de octubre de 2011

Aroma a Laurel

Paraná, 4 de Octubre de 2011
Todo llega. Y faltan pocos días para arribar a un nuevo hito en la vida democrática del país.

La inmensa adhesión obtenida por la Presidenta de la Nación y el Gobernador Urribarri en las primarias del pasado 14 de Agosto, vienen haciendo difíciles los armados políticos de los partidos de oposición, ratificando la lenta adecuación a un momento de indudable bonanza de la Argentina y al correlato que por primera vez pone a Entre Ríos en orden a las provincias más importantes, habiendo obtenido, de ese correlato, nuevas conquistas en los sectores más desprotegidos de la sociedad y en los grandes ejes de todo gobierno que se precie.

Así pueden verse desde nuevos caminos, escuelas, obras públicas en lugares donde, en casi todos los casos, de ellas dependía la dignidad de los beneficiarios o destinatarios de las mismas.

Por otra parte, otras dignificaciones se han dado en órdenes diversos que repercutieron en beneficios personales. Desde jubilaciones y pensiones, beneficios universales para madres sin trabajo y embarazadas; hasta créditos para empresas que han desarrollado una fenomenal recuperación del trabajo registrado o fuertes inversiones en energía para tratar de cubrir la innegable recuperación de la actividad fabril, logrando el sueño de muchas generaciones de argentinos: que las exportaciones de origen industrial superaran a las agropecuarias, aún sin detener el crecimiento de la actividad del campo.  Y con ello, la caída de los índices vergonzantes de desempleo, pobreza e indigencia.

Estas realidades han despejado (y así lo demuestran las distintas tendencias que se dan a conocer) el camino del presente Gobierno nacional y provincial a recibir el respaldo de la población, hecho anticipado por las elecciones primarias y que van mellando los recursos electorales de las expresiones opositoras, al punto de observarse claramente en Entre Ríos el desgranamiento de otrora tradicionales opciones.

El radicalismo, sin dudas, es la primera víctima de esta situación. Entre la semana pasada y la presente, varios dirigentes –menospreciados por presuntamente minoritarios e irrepresentativos- se han sumado al oficialismo provincial e, incluso, algunos apuntan a seguir, al menos, con el tándem Cristina-Urribarri, es decir, que no votarían incluso, a su propio candidato Benedetti.

Si eso no fuera suficiente, sumemos el hecho de que el radicalismo haya dejado vacante una candidatura que parecía natural, como Gualeguaychú, en manos de un ex representante del PJ Emilio Martínez Garbino, quien, además, va aliado a referentes del peronismo díscolo, tal el hijo del ex candidato peronista a la gobernación, Héctor Maya y llama al corte de boletas, despreciando la convergencia con el radicalismo y su candidato provincial.

Algo parecido a este desangre, le toca “administrar” a Jorge Busti, quien desde la cabeza de la Cámara de Diputados puja por sostener una tropa que aparece díscola, habiendo trascendido nombres y apellidos de dirigentes regionales que dan, con poco agrado, muestras de haberse refugiado en una irreductible vocación local, dejando de acompañar al líder de “Evita Militante” y tratando de sostener sus expectativas a nivel municipal, por fuera de candidaturas superiores  paralelas a la estructura, pero siguiendo el camino de Cristina-Urribarri.

Una de las peores situaciones políticas, de las cuales es muy difícil remontar, es la escasa expectativa de triunfo.

Y ello se ve en la iniciativa; presuntamente generosa y con miras a fortalecer la vida democrática; de llamar por internet al concurso de fiscales para el acto electivo, (casos PRO y UCR) lo que inmediatamente se relaciona con el pobre entusiasmo de la gente en poner la cara en una elección, por opciones que, si bien pueden jugar un papel importante en  esta contienda, no le ofrecen al ciudadano una buena custodia de sus aspiraciones, o que esas aspiraciones ya fueron cubiertas –en todo o en parte- por las gestiones nacional o provincial de la forma ya mencionada.

Es posible que las personas que se ofrecen como candidatos o los partidos que ellos representan, no hayan advertido que el favor y fervor popular son las bases fundamentales de su oferta electoral y, mucho más allá de los prestigios y laureles que se muestren como merecedores de la confianza de la gente, no hay duda que los resultados obtenidos y el rumbo impuesto para lograr esos objetivos, representan a tal margen del electorado, que las motivaciones militantes se van alineando con antiguas deudas de la política que, pareciera, se han comenzado a pagar.

Y las ha comenzado a pagar una gestión que ha hecho de las antiguas utopías, realidades palpables. Y de la desesperanza crónica, dignidades concretas.

De eso se trata. No se da cuenta quien se opone con fuerza a semejante realidad, que no se puede volver atrás, porque ahora sí, la gente común siente que son eternos “los laureles que supimos conseguir”.

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