sábado, 17 de septiembre de 2011

Hundirse no es ahogarse

Paraná, 17 de septiembre de 2011.


Hace pocas horas, la Presidenta Cristina Fernández, acompañó a Estela de Carlotto, la que, en nombre de nuestras Abuelas de Plaza de Mayo, recibiera el reconocimiento merecido, demorado, justiciero, por su tarea en la búsqueda de los nietos apropiados, de los cuales 105 a esta altura, pueden dar testimonio de semejante tarea emprendida con desprendimiento y heroísmo.



En su alocución ante la UNESCO, la Presidenta hablo de la “superación de un momento muy trágico” que tuvo como protagonistas a las Abuelas, a las que reconoció el coraje de no buscar venganza, sino buscar nietos y, junto a ellos, verdad y justicia.
Al mismo tiempo, la Doctora Cristina Fernández, reivindicó para la Argentina ser reconocida como “un modelo de lo que debe ser un Estado de Derecho, respetuoso de la vigencia de los derechos humanos en forma irrestricta”, reconociendo que al lugar de la Argentina Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura  (UNESCO por su sigla en inglés) no se “llegó fácilmente, fue un lugar al que se llegó pese a la atroz dictadura que el mundo recuerda”.
Entonces vuelan los recuerdos hacia el país del miedo y el “no te metas”, a los slogans de “derechos y humanos”, pasando por las bochornosas tardes del hambre y los movimientos sociales, las manifestaciones y los cacerolazos, las cuasi monedas y los desocupados… y uno se pregunta si habrá argentino que honestamente pueda discutir el tremendo avance que ha observado nuestro país desde esos lugares de los que, objetivamente, uno cree jamás podría salirse pacíficamente.
Las diferentes visiones que se pueden tener acerca del futuro argentino, no pueden ni deben ocultar el tremendo esfuerzo que hemos realizado TODOS en pos de obtener este presente que puede verse desde esa fase de derechos humanos, tanto como en lo económico, la presencia argentina en el mundo, etc.
Entiendo que haber buceado en nuestro pasado con un objetivo de paz, como lo hicieron Madres y Abuelas, se ha logrado lo que no lograron las revoluciones ni los perdones masivos, que solo con castigos para las víctimas.
Lograr una identidad de verdad y justicia sobre la cual basar, recién después, logros que la democracia necesitaba, toda vez que, como definía el sabio general, la ecuación cerraba con el capital al servicio de la economía y la economía al servicio del ser humano. Y nos estábamos acostumbrando a que fuera al revés.

De manera tal que hoy, recién después de haber logrado ese objetivo o de estar lográndolo, pueden verse los otros caminos abiertos. Amado Boudou, actual ministro de economía, cuando no habla de economía dice: “Un país donde aprender vuelve a tener sentido. Donde los chicos van contentos a la escuela con sus netbooks. Es un cambio que se verá en años! Cuando Néstor llegó, las palabras más usadas eran "q se vayan todos". Hoy en la calle se escucha "familia, amigos, vecinos, hermanos y amor".
No es poco lo avanzado, aunque también debe resonar en toda esa frase que puede tomarse como de satisfacción, “es un cambio que se verá en años”.
Si todavía falta esperar años, cuánto más habría que esperar en aquellos entonces… Una utopía pensar en que cada alumno tenga una netbook cuando los maestros estaban 5 meses sin cobrar, y cuando lo hacían recibían plata falsa.
Otra punta de esta realidad, más cercana a los resultados mensurables, los daba Roberto Feletti, actual viceministro de Economía: Apunta que la Deuda pública versus el PBI 2002: 166,4%. La actual Deuda pública versus el mismo coeficiente del PBI 2011: 45,9%, de los cuales la mitad es propio del sector público.
Como se ve, buceábamos hace muy pocos años, en la inmensidad de un río que iba poniéndose espeso, sin saber dónde quedaba la orilla, tapando con gritos de auxilio y molestándonos entre nosotros, no alcanzando a ver dónde estaba la salida o, mucho peor, habiéndonos auto convencido de que era imposible alcanzarla.

Hoy el camino es claro y, pase lo que pase políticamente –no ahora, que parece todo dicho, sino más adelante- hay logros que esa lucha por la identidad nos permitió vislumbrar, como dice el Himno, esos “laureles que supimos conseguir” y que podrían significar jubilaciones, asignaciones universales, beneficios para las empresas y los ciudadanos, mejoras en el confort a través del consumo, etc. que ya no tendrán retroceso.
Y mucho menos, esos derechos humanos que ahora sabemos perfectamente lo que quieren decir, traducidos en esas palomas blancas silenciosas que, rodando y rodando por Plaza de Mayo, nos demostraron que lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él.

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