sábado, 17 de septiembre de 2011

Una vez mas el campo confunde el enemigo

Paraná, 22 de julio de 2011.

Si escuchamos atentamente las versiones que el Gobierno (sobre todo el nacional, que es el que está en el ojo de la tormenta) y a los productores, nos daremos cuenta que el enemigo del  así llamado “campo” no es el gobierno sino los famosos “formadores de precios” , que son los que se quedan siempre con la parte del león.



Alfredo Bel, uno de los más combativos dirigentes de la más combativa Federación  Agraria de Entre Ríos, reconoció este aserto en una frase que lo dice todo: “Vamos a movilizarnos y a difundir la situación de los productores, a quienes se les paga cada vez menos. Sin embargo, en las góndolas los precios suben cada vez más”, lo que deja abierta una nueva mirada, hasta ahora sistemáticamente negada por los actores agropecuarios.
Hay que ser tonto para no darse cuenta que la movida de los productores (de alguno de ellos) viene atada a una coyuntura política, tal cual se diera en marzo de 2008, en consonancia con las elecciones de Junio de 2009, sobre todo hoy, que Biolcatti es camarada de ruta de la inefable Carrió, preclasificada quinta en una muy cómoda situación de expectativa electoral.
Pero eso no implica desconocer la certeza de estas afirmaciones de Bel, que por primera vez coinciden en el diagnóstico con los argumentos del gobierno nacional, acerca de que no es precisamente el gobierno el que fija los precios.
Ayer, la consultora privada Economía y Regiones, dio a conocer su estadística anual, con sorprendentes cifras de las ganancias comparativas que el así llamado “campo” obtuvo del circuito anual de cosechas, expresando, por ejemplo, que: “El incremento en la tasa de beneficios del sector se debe fundamentalmente a la mejora internacional del precio de los comoditties y a un menor incremento de la relación entre los costos y los precios internacionales.”
“Mientras el precio del poroto de soja muestra un incremento del 43%, el del aceite de soja muestra un aumento del 27%, el de la harina de soja expone un aumento del 27%, el del girasol un 54%, el precio del trigo un 95%, el del maíz un 89% y el de la carne y el cuero un 16,7% y un 22% respectivamente”, señala el trabajo.
“En cambio, en el otro campo, los costos de la producción del poroto de soja, maíz y trigo se incrementaron 24,4% y en niveles similares anduvieron los costos de aceite de soja, de la harina de soja y el aceite de girasol. De acuerdo a un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) indica que la campaña 2010-2011 cerrará en torno las 95,1 millones de toneladas y que arrojará ingresos totales por unos U$S 40.800 millones, esta cifra representaría un récord de producción física, con un aumento total del 5% respecto de los valores de 2009-2010”, dice textualmente la información que hiciera pública el sitio digital “Diario junio” y que reprodujeran también, de fuente propia, algunos canales capitalinos.
Dicho esto, debemos unir las quejas de los productores y de los consumidores, que cada vez que  pasan por una góndola expresan su indignación, pero que no dejan de comprar.
Las últimas estadísticas de ventas en supermercados e hipermercados, así como las cifras del consumo en la Argentina, siguen yéndose para arriba, con lo que no se logra entender cómo habría de hacerse para, por un lado, solventar la mayor oferta a fin de detener la escalada de precios, sin que termine pagando el pato de la boda el productor; o; en el otro extremo; detener el consumo en un país que registra el mayor crecimiento de su ingreso per cápita, (aunque el consumidor como tal, termine no dándose cuenta de ello ante la suba generalizada de precios).
Es indudable entonces que Asensio quedó sepultado por las estadísticas.
Digo Asencio en memoria de aquel grito de los productores que se quejaban de los molineros y los grandes exportadores, que siguen siendo los mismos que se llevan ahora, entonces y quien sabe cuánto tiempo más, la parte que debiera quedar como resultado del ahorro que seríamos capaces de sostener los argentinos, si alguien (los de siempre) no se quedara con lo que nos corresponde.
En un reportaje memorable de fines de su primer mandato, Juan Domingo Perón le decía al periodista que “la capitalización del país no es nada más que el trabajo acumulado, tratando de evitar que los grandes capitales se queden con la parte de ahorro que el pueblo trabajador es capaz en un estado de bienestar”.
Eso es lo que está pasando.
Los trabajadores (de cualquier estadío, hablemos de asalariados sin fijarnos en escalones) y los productores JUNTOS deben encontrar la forma de lograr un camino tangente a la explotación a la que nos someten los grandes capitalistas de la Argentina y sus administradores, entre los que se encuentran algunos candidatos al segundo escalón nacional de la mano de  actores políticos que, curiosamente, dejan de lado la política prefiriendo el márketing.
“A las diferencias se las quedan las industrias, pero nunca se traducen a los productores. Cobran lo mismo que hace dos años” decía Bel mencionado por el semanario Análisis. Si diéramos vuelta las declaraciones y las pusiéramos de parte de un trabajador asalariado, bien veríamos que las mejores intenciones de cualquier gobierno nacional y popular caerían derrotadas de los intermediarios, los acopiadores, los exportadores y los usureros legales, entendiendo como tales a las tarjetas de crédito, los bancos y las financieras que hoy pululan detrás de los bolsillos mejor pagos de la América morena.
Alfredo Zitarroza los describía bien hace mucho tiempo y bueno es recordarlo para que de una buena vez cambiemos la historia definitivamente: “No falta el bobalicón nostálgico del jardín, pero entre todos, el ruin, es el que trajo al ladrón. Ese no tiene perdón. Si protege sus ganancias, la decencia y la ignorancia del pueblo son sus amores. No encuentra causas mejores para comprar otra estancia”

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