sábado, 17 de septiembre de 2011

Nueva Constitución, viejas costumbres.

Concepción del Uruguay, 3 de diciembre de 2008.

Bien, ha concluido con el mes de Noviembre, la presentación de un nuevo estilo en cuanto a las encuestas que publicamos en portada, pretendiendo hacer más participativa nuestra publicación, invitando a los “oyentes – lectores” a dar a conocer, aunque sea a través del “voto electrónico”, su opinión acerca de los temas que son de dominio público y que deberían ser (a nuestra humilde opinión) de interés general.
Arrancamos  con un tema que, por mantenernos ocupados en los últimos meses y por la importancia que tiene para los tiempos, nos pareció no debería pasar por alto de nuestros amigos visitantes.
Dentro del dato de altísima significación que nos resulta publicar, que más de 130 mil veces por día nuestros visitantes (que ya suman 5000 diariamente) acceden a alguno de los artículos publicados; que solo una cifra cercana a los 200 lectores haya emitido su opinión, nos parece un rasgo que queremos revertir: la participación es MUY escasa.
Si el tema en cuestión es la Constitución y, si en ese escasísimo margen de opinantes, una amplia mayoría (59%) declara (¿confiesa?) que NO la ha leído, entonces, la preocupación se vuelve un ALERTA.
Muchos de los comentarios que a diario nos llegan por diversos temas, advierten sobre la libre disponibilidad que los miembros de algún poder harían y desharían a gusto con las herramientas de la Democracia.
Que la gente opine así y que esto sea materia de credibilidad pública, nos parece preocupante. Pero mucho más preocupante nos parece que la gente no conozca sus derechos.
De este modo, las opiniones, carecen de otro carácter que no sea ese: un comentario desprevenido y sin compromiso.
Para poder influir en las decisiones de la Democracia, los ciudadanos debemos ser algo más que habitantes de una ciudad. Tenemos que asumir nuestros deberes ciudadanos y hacer valer nuestros derechos… y los de los demás.
Toda Ley (cuanto más la Constitución) es un compendio de derechos y obligaciones.
Porque cuando se reconoce a alguien un derecho, lo que en realidad estamos haciendo, es ponernos TODOS LOS DEMAS la obligación de que ese derecho se respete.
El derecho de “los demás” es un límite a nuestra libertad. Porque tenemos que tener en cuenta que somos “los demás” de los demás.
Pero un límite tomado libremente, que hace a nuestro albedrío. Un límite consensuado. Sobre todo al calor de una Constitución como la entrerriana, que nace del consenso, tema largamente abordado por los mismos actores que le dieron vida.
Cuando hablamos de la Educación como un derecho, debemos hacerlo desde la responsabilidad ciudadana de atender las obligaciones que nos ocupan como sociedad. Y eso, por ejemplo, incumbe también a los ciudadanos que trabajan de docentes.
Cuando hablamos de seguridad, como de salud pública, como de la cotidianeidad de la convivencia, debemos recordar que todas estas cuestiones han sido motivo de análisis por parte de 50 con-ciudadanos en términos de ciudadanía no lugareña, que han parido para los tiempos esta imperfecta, incompleta, pero renovada y, sobre todo, nuestra; Constitución de los entrerrianos.
Fue la primera. Hemos completado el desafío y esperamos ahora los comentarios.
Ojalá la próxima sea tan o más participativa, tanto en orden de opinión, como de voluntad para asumir los desafíos que devenguen de las mismas.
Esperamos su opinión, tanto de este pequeño adelanto, como en la próxima encuesta.
Nos veremos a fin de Diciembre.

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